Historia de Ochadiano

Sobre las luchas de oñacinos y gamboinos en Otxandio.

Don Diego Lopez de Haro, XVIII señor de Vizcaya, la fundó del año 1254 hasta el de 1289, dándola el fuero de Logroño, que fue confirmado más tarde por su hijo D. Diego Lopez de Haro en Marañón, el 29 de Julio de 1304, y por otros señores y reyes de Castilla. Perteneció a la parcialidad gamboína y tuvo el vigésimo voto y asiento en las juntas generales de Guernica.

Ochandiano, tiñó sus cercas repetidas veces con abundante sangre vizcaína, y en sus campos se dieron también recias batallas entre los banderizos y entre éstos y las tropas reales que intentaron sojuzgarla más de una vez. Su especial situación topográfica, hizo que su hermosa planicie fuese cercada de castillos y torres, habitadas por insignes caballeros, quienes defendían con arrojado tesón la codiciada villa de los enemigos que veían en ella el punto eminentemente estratégico para sus operaciones militares.

En 25 de agosto de 1355 se libró en Ochandiano una batalla entre las tropas del rey de Castilla, mandadas por Don Juan de la Cerda, y las vizcaínas de Don Tello mandadas por Juan de Avendaño, saliendo vencedoras las últimas. Juan de Avendaño, hijo del vencedor Juan de la Cerda, y Juan Alonso de Múgica, primogénito  de este ilustre apellido, ambos caudillos de gran valía en el país, estaban desavenidos porque uno y otro aspiraban a poseer la Vega de Albina, que debía guerra, en Olaeta, correspondiéndole de derecho a Juan de Avendaño por haberla ganado. Los dos caudillos y sus gentes se hallaban aposentados en dos barrios de Ochandiano, cuando acertó a llegar con las suyas Juan Pérez de Gamboa, abuelo de Avendaño. Reunido a su nieto, acordaron poner fuego al barrio ocupado por Múgica, ya que con las armas no le podían arrojar de él, y entrarlo a saco antes que acudieran los vecinos. Llevaron a cabo el proyecto con tan buen resultado, que además de matar a algunos jefes y de herir a Múgica con una saeta que le taladró los pies, le hicieron retirarse a un cerro atrincherado sobre la villa. Al día siguiente llegó gran tropel de oñacinos, amigos de Múgica, y se concertaron paces entre este y Avendaño, paces que duraron poco, porque algunos días después las calles de Ochandiano quedaron regadas con abundante sangre de los dos bandos.

Corría el año 1437, cuando se presentó a las puertas de la villa Gomez Gonzalez de Butrón, con todos sus parciales, en demanda de ciertos daños que decía haberle causado Pedro de Avendaño, cabeza del bando gamboíno y dueño de la más sólida torre de la comarca. Negose tenazmente el demandado a acceder a ella y preparado a defenderse, obligó a Butrón a cercar la villa. Tomóla este al cabo de diez días, la puso a saco de sus tropas, incendió la torre de su enemigo y la demolió hasta los cimientos. Seis años más tarde, en 1443, Pedro de Avendaño y sus huestes acometieron a Ochandiano, quemaron lo torre de este nombre, adicta a Butrón, saquearon la villa, y no satisfechos con otros excesos que cometieron, se trasladaron a Aramayona (Alava) que pertenecía a Butrón, la saquearon, incendiaron y la redujeron a pavesas, en desquite del suceso de 1437.

Antes de dar por terminada la presente lacónica narración de hechos sangrientos acaecidos en esta histórica villa vamos a relatar el siguiente episodio: A principios del siglo XIV andaban muy desconcertados los ánimos de D. Diego López de Haro y del infante D. Juan, su primo, esposo de Dª Maria Díaz de Haro, con motivo de los derechos que este pretendía tener a la posesión del Señorío, por haberselo usurpado aquel. Coaligado D. Juan a las huestes de Alvaro Díaz, señor de Cameros, se acercó con mucha gente a las puertas de Ochandiano, donde le esperaba con la suya Fortun Sanchez de Zamudio. Trabose la batalla y pelearon los contendientes con tal denuedo, que los caudillos, Diaz y Zamudio salieron a batirse cuerpo a cuerpo. Vencido Díaz, quien quedó muerto en el campo, le abandonaron sus huestes hasta internarse en tierra alavesa. D. Diego Lopez de Haro, en recompensa de esta hazaña, donó a Sanchez de Zamudio todos los mortuorios de la anteiglesia de Erandio.

Su iglesia parroquial, dedicada a Santa Marina, es de excelente fábrica del siglo XVI. La ermita de San Martín, que es de las llamadas juraderas, sirvió de parroquia durante la construcción de ésta.

Ochandiano viose asolada por dos incendios ocurridos en 1450 y 1529 y perseguida por la peste a fines del siglo XVI, perdiéndose luego algunas de sus casas solares de Garay-Gordogil, Olaechea, Ibañez, Vergara, Celaya, Elguea, Usaloa, Arrieta, Ubidea, Andicoa, Indusi, Urigoitia, Udalechea y otras muchas más.

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